Has crecido personal y musicalmente entre tres metrópolis: Barcelona, Buenos Aires y Madrid. ¿Qué le ha aportado cada una de estas ciudades a tu carrera?
La mayor parte de mis recuerdos de infancia son de viajes en coche o en autobús, lo que creo que ha ayudado a que tenga un alma un poco nómada y necesite estar siempre en constante movimiento. Barcelona ha sido donde más tiempo de mi vida he pasado, donde tengo gran parte de mi familia y amigos, el lugar donde construí mi vida y empecé mi carrera musical. Allí tuve la oportunidad de entrar en el mundo de la música góspel y pude actuar en grandes escenarios como el Gran Teatre del Liceu o el Palau de la Música.
Pero la ciudad que realmente me cambió y ha marcado esta nueva etapa de mi vida, fue Buenos Aires, ya que acabé allí de rebote en mitad de la pandemia, después de que tanto mi marido como yo perdiéramos el trabajo. Entonces decidí volver a estudiar y cursé la carrera de Producción Musical en la Universidad de Palermo, enfocada tanto en la parte musical cómo en la industria de la música (management y desarrollo de proyectos artísticos, organización de festivales y conciertos, giras, curaduría musical, etc.), lo que me dio el valor y los conocimientos que me faltaban para lanzarme de lleno en el mundo de la música, ya que hasta entonces lo había compaginado con otros trabajos.
Y en cuanto a Madrid, es la ciudad en la que quiero construir mi futuro. Hace sólo unos meses que he regresado de Argentina y me surgió la oportunidad de venir a vivir a Madrid, y la verdad es que estoy muy feliz con esta decisión, me encanta la gente de aquí y adoro todo el movimiento artístico y cultural de la capital. Así que, en resumen, Barcelona fue el lugar donde me pude descubrir y crecer musicalmente, Buenos Aires donde pude evolucionar, aprendí a ser valiente y a salir de mi zona de confort, y veo a Madrid como el lugar donde quiero construir mi futuro artístico y personal, un lugar donde poder volar más allá y seguir evolucionando.
Después de haber sido cantante en multitud de proyectos, emprendes tu carrera en solitario. ¿Qué te ha llevado a dar este paso?
Siempre he tenido música en mi cabeza, y escribo letras y melodías desde los 13 años, ya que era muy tímida y era la única forma en que podía expresar mis sentimientos libremente, pero sentía que no era suficientemente buena, ya que no pude cursar estudios formales de música y ello me causaba una gran inseguridad. Llevo desde los 16 años en los escenarios, siempre adoré cantar y crear esa conexión especial con la gente a través de la música, pero exponer tus propios sentimientos y pensamientos en algo que tú has creado, es cómo abrirse en canal, o quedarse desnuda delante de una multitud.
Te hace sentir vulnerable y expuesta, por lo que tienes que ser lo suficientemente fuerte, pero lo suficientemente sensible a la vez, como para encontrar ese equilibrio entre entregarte, ser auténtica y transmitir al público, pero también ser capaz de mantenerse entera encima de un escenario sin que esa vulnerabilidad te paralice. Estudiar producción musical en Buenos Aires, me ayudó a poder por fin plasmar las canciones que llevaban tantos años en mi cabeza y aprender a cómo desarrollar un proyecto musical de forma profesional, así que pensé… ¿por qué no? ¿qué me lo impide?
Estaba en un nuevo lugar, a 10.000km de casa, donde nadie me conocía y podía volver a construirme de nuevo y ser quien yo quisiera, no lo que los demás querían que yo fuera… Y eso fue lo que me dio valor para atreverme a componer un disco a los 35 años, y construir el proyecto y el concepto detrás de Love, Blues & Faith. Creo que fue el momento justo, sucedió cuando tenía que suceder, porque si hubiera compuesto este disco a los 18 o 20 años, no tendría tanto que contar, ni hubiera tenido la constancia ni madurez necesarias como para embarcarme en un proyecto de estas dimensiones.
Presentas tu flamante álbum, Love, Blues & Faith (2023), cuyas canciones has compuesto. ¿Cómo se ha desarrollado el proceso creativo del álbum?
La verdad, ha sido un puzzle gigante que ha ido encajando poco a poco, con la gran suerte de que he ido encontrando a un equipo de personas maravillosas en el camino que me han ayudado a hacer este disco realidad. Al empezar este proyecto en pandemia, todo empezó en remoto y con un equipo repartido en diferentes lugares del mundo. Por un lado, yo componía las melodías y letras, armaba los acordes básicos, y le pasaba esa información junto con referencias de otras canciones, indicando el tipo de sonido que buscaba y detalles concretos que me gustaría añadir a cada tema a Arcangelo Trabucco, un pianista y productor increíble de Roma (Italia) que fue quien realizó toda la instrumentación y arreglos del disco.
Cuando estaba grabando la primera demo de la canción “When I Needed Your Love”, entré en contacto con un músico, compositor y persona excelente, Osi Tejerina, productor musical y dueño de Poley Records, que además había sido pianista de grandes artistas argentinos como Miguel Mateos o Celeste Carballo. Osi creyó en mí y en lo que estaba haciendo con mi música, y fue quien me presentó al equipo de Warner Chappell Music, con quienes firmé mi primer contrato editorial. Uno de los momentos más hermosos de ese proceso, fue llevar a un coro góspel a grabar a los estudios de Warner Chappell Music, a Black Sheep Gospel Choir, dirigido por Victoria Ponisio y con sedes en Buenos Aires y en La Plata.
Es curioso, porque al principio, mi idea era hacer un EP con 4 o 5 canciones, que inició como un trabajo práctico para la universidad, pero a medida que iba aprendiendo más cosas y conociendo a gente en la industria de la música en Buenos Aires, acabó convirtiéndose en un disco conceptual con 10 canciones y un show que está empezando a girar por Argentina, España y Francia. Ahora estoy en proceso de editar una versión extendida del disco de cara a finales de año, con algunos temas nuevos y colaboraciones con otros artistas, así que ¡no puedo pedir más a la vida!
El amor, el blues y la fe son los tres términos que compendian el álbum y sobre los que se desarrollan las canciones. ¿De qué manera está presente cada uno en lo lírico y en lo musical?
Desde muy jovencita me ha apasionado la música de origen afroamericano, ya que considero que tiene un alma, una crudeza y ausencia de artificios, que hacen que conecte de una forma muy profunda y visceral con las emociones, ayudando a aliviar el dolor y sentirnos comprendidos en momentos difíciles de una forma catártica a través de la música. Es un disco muy íntimo y autobiográfico, donde he sacado cosas que llevaban enquistadas en mi corazón desde hace años, arrancándome ese dolor y desesperación de dentro con letras algo crudas y un sonido muy blues, con mucho hammond, piano y unos arreglos de guitarra que ayudaban a crear esa sensación de desgarro y crudeza, el característico sonido más blues.
Pero no creas que todo es tan triste o intenso, el amor también está muy presente en todo el disco, primero en un proceso de descubrimiento y aceptación de mi misma, aprender a establecer límites, y marcar distancias con las cosas y personas que me hacían daño, que creo que es algo esencial para aprender a querer y amar de una forma sana y equilibrada. Primero hay que aprender a quererse a uno mismo para poder amar a los demás de forma más altruista. También hay amor romántico, por ejemplo, el tema “When I’m with you”, con un sonido más pop-rock, habla de la relación y el vínculo con mi marido, Rubén, que lleva aguantándome ya 18 años el pobre, un hombre increíble que me ha apoyado en todo y ha estado a mi lado en lo bueno y en lo malo, sabiendo a la vez darme el espacio que necesitaba para crecer.
El amor para mí es algo sin lo que no puedo vivir, y en el disco ha sido el elemento central o la carretera sobre la que transcurre este viaje, ya que conecta con las diferentes etapas, entremezclándose en la parte final con la fe, el amor por la vida y por Dios en las letras, pero también se incorporan elementos de la música góspel, como los arreglos polifónicos para soprano, alto y tenor, formato musical de pregunta – respuesta, y los típicos “vamps”, que son partes de la canción con estructuras más repetitivas, que ayudan a crear esa sensación de comunión con lo divino y que permiten expresar emoción y mensajes adicionales a través de las improvisaciones que acompañan esta parte. En resumen, el concepto de Love, Blues & Faith, es un viaje musical desde la oscuridad hacia la luz, y escogí este nombre para el disco, ya que a grandes rasgos, han sido los tres elementos principales que han marcado mi viaje vital, y trato de reflejar este viaje y proceso catártico también en la experiencia que ofrezco en los shows en directo.
El viernes 7 de julio el público podrá comprobar el potencial de Love, Blues & Faith en directo en Vesta, en una de las actuaciones de la jornada inaugural del ciclo Veranos en Vivo 2023. ¿cómo afrontas este concierto?
Pues con mucha ilusión y ganas, pero a la vez con respeto y sobre todo agradecimiento por poder estar aquí compartiendo mi música. Empiezo la gira por España en salas emblemáticas del país, que además han tenido la valentía de apostar por un proyecto diferente y totalmente desconocido, por lo que he tratado de ser consecuente con esta oportunidad y a la vez responsabilidad, por lo que hemos trabajado muy duro con la banda estos meses, sin dejar ningún detalle al azar, para poder ofrecer nuestra mejor versión al público que venga a acompañarnos.
Sufres esclerosis múltiple desde hace 11 años, ¿cómo afecta a tu carrera -si lo hace de alguna manera-, y cómo te ayuda la música a lidiar con ello?
Me diagnosticaron la enfermedad al poco de cumplir 27 años. Perdí algo de visión del ojo derecho, estuve en silla de ruedas y tuve que aprender de nuevo a caminar, entre otras muchas cosas. Al principio pensé que mi vida había terminado, y que jamás podría volver a subir a un escenario. ¿Cómo iba a subirme a cantar si no podía tenerme en pie? Estaba enfadada conmigo misma por sentirme inútil y no poder valerme sola en muchas ocasiones, con la vida en general y sobre todo con Dios. Para mí, la música ha sido una parte imprescindible en mi vida, y me sentí como si me hubieran amputado algo dentro de mí, estuve mucho tiempo sin cantar. Pero hubo dos momentos que me cambiaron la vida, y me ayudaron a seguir adelante.
El primero, hacia finales de 2012, fue cuando con dos amigos con los que había tocado en otras bandas, formamos un trío acústico de versiones, que se llamaba Three of a Kind. Lloviera o tronara, da igual como me encontrara, ensayábamos todas las semanas. El segundo momento clave, fue a finales de 2014, cuando fui a un taller de música góspel por casualidad, y me invitaron a formar parte como una de las solistas de The Gospel Viu Choir. No imaginé ni por asomo cómo iba a cambiar mi vida… Una comunidad de 70 cantantes que era como una gran familia que te apoyaba a cada paso, escenarios increíbles donde jamás soñé que podría cantar… ver un Teatro del Liceo a reventar, cantándole a la vida y a Dios, acompañada por mi familia musical en el escenario y mi familia carnal en primera fila. Fueron cuatro años maravillosos, de gira por toda Cataluña, en los que aprendí y disfruté muchísimo, y me abrieron la puerta a trabajar con artistas internacionales de este género musical.
Es por todo esto que para mí la música es como una medicina, me ha ayudado a lidiar con tantas cosas… Por suerte, a día de hoy, puedo hacer vida prácticamente normal, pero sufro de dolor y fatiga crónicos, entre otros síntomas, o “brotes” como se les denomina, pero trato de cuidarme, descansar cuando lo necesito y continuar con mi vida, sin que la Esclerosis Múltiple me defina. Intento tratarlo cómo una característica física más, como el color de los ojos o de la piel, algo con lo que me ha tocado vivir, pero que trato de llevar de la mejor forma posible sin dejar que me limite ni se convierta en el centro de mi vida.
Nadie se imagina a un violinista que no sepa tocar el violín, un batería que no sepa llevar el tempo, o un trompetista que no sea capaz de hacer sonar la trompeta, pero parece que cualquiera se atreve a cantar. ¿Qué opinión te merece esto?
En mi humilde opinión, la música está hecha para hacerla, compartirla y disfrutarla, no sólo para unos cuantos eruditos. La música sale del corazón y del alma, y la voz es el único instrumento que llevamos incorporado de serie, y por tanto, para mí el más auténtico y personal, y cada uno tiene derecho a utilizarlo como más le plazca. El mensaje que transmites a través de tu voz, qué tienes que contar y qué te aporta, tanto a tí cómo a los demás, a nivel emocional y espiritual, es lo más importante. Al final, lo importante es la conexión, y el público decide qué le llega o qué no, al margen de todo lo demás.
Por poner un ejemplo, piensa en un coro de góspel. Normalmente suele haber uno o dos solistas, que son quienes asumen la responsabilidad de contar la historia, junto con el director o directora, que hacen que todo el conjunto funcione y guía a los cantantes. ¿Es acaso el solista o el director más importante, o los únicos con derecho a cantar porque tienen más conocimientos o una voz más “estética” o agradable? Para mí, la respuesta es no. Porque detrás de ellos hay un conjunto de treinta o cuarenta personas que unen sus voces creando una armonía preciosa que ayuda a construir el mensaje, a crear esa conexión, entre ellos y con el público. Y a lo mejor, muchos de ellos no tendrán la mejor voz, pero sí mucho que aportar, y en el conjunto del coro, las voces se fusionan creando un sonido incomparable.
Veranos en Vivo pone de manifiesto que el trabajo y la programación de las salas continúa aún en estos meses en los que se masifica la oferta de actividades. ¿Cuál es para ti el atractivo de las salas de conciertos y qué te aportan como público?
Me encanta ir a salas a escuchar conciertos en directo, especialmente a conocer nuevas propuestas musicales, que siempre aportan cosas diferentes y te pueden ayudar a abrir la mente e incorporar elementos y recursos estilísticos a tu música que no hubieras conocido de no ir a esa sala. También me encanta la sensación de ver a un artista en vivo cuando está actuando, y tratar de identificar su mensaje o lo que quiere compartir.
Creo que es muy importante la labor de las salas de conciertos y los programadores para seguir manteniendo viva la música y apoyando a los artistas emergentes, dándoles un lugar donde poder expresarse y encontrar a su público, por lo que propuestas como Veranos en Vivo son lo que mantiene la escena musical madrileña viva y en constante evolución. Así que ¡gracias por vuestra labor!