Celebráis 40 años de trayectoria con este concierto especial 40 Años Salvando al Mundo. Echando la vista atrás, ¿qué os parece más surrealista, vuestro éxito en los 80 o que vayáis a dar un concierto 40 años después?
Nuestro éxito en los años 80, se debió principalmente a que los grupos de entonces, que tenían unas canciones fabulosas, se ponían muy nerviosos o no sabían estar en el escenario. Nadie les había enseñado. Grababan mejor que nosotros pero no tenían músculo escénico. Yo venía del teatro infantil, y callejero. Me había pateado todos los garitos como cómico y teníamos muy claro que no bastaba con hacer buenas canciones, había que teatralizarlas. Que 40 años sigamos dando conciertos más que surrealista es sorprendente, sobre todo porque con la vida que nos hemos pegado lo normal es que estuviéramos ingresados en algún centro.
¿Cómo afrontáis un concierto tan especial como el del jueves 24 de abril en el Teatro Eslava?
Siempre digo que no esperen mucho. Todavía me estoy planteando cómo lo haremos, pero creo que empezaremos dando mucha tralla, luego meteremos algunos temas más tranquilos, y cuando la gente empiece a plantearse buscar pareja para bailarse un agarrao, les arrancaremos la cabeza con un fin de fiesta demoledor.
Qué os ha salvado la vida en más ocasiones, ¿el rock o el humor?
Mi opinión dentro de la banda es que ha sido el humor. Es un buen conservante. Y es que además nosotros somos como las orquestas de variedades, tocamos casi todos los géneros y el único punto en común es el humor, que es casi obligatorio porque hablamos de cosas muy serias
La carga humorística es una tónica en vuestra música. ¿Creéis sigue teniendo el mismo impacto hoy que en vuestros inicios?
Sí, el impacto sigue siendo el mismo. Un gran impacto. Por no decir que te estrellas. El humor está desterrado de la música, se considera el escalafón más bajo de la creatividad. Luego la gente viene a los conciertos y flipan, porque ven que la propuesta tiene mucha más enjundia y es bastante más divertida y está mejor ejecutada o es mas efectiva que muchos de los conciertos respaldados por la industria. Hace poco estuve revisando mi álbum de fotos de los años 80 donde guardaba críticas de conciertos que habíamos hecho acompañados de grandes figuras de hoy. La sorpresa, lo más destacado era siempre nuestra participación. Un día me aburrí, me deprimí, me volví gilipollas y me bajé de esa silla. Hice mil cosas, CQC, teatro, series, películas, libros… muy bien. Este disco es nuestro intento de volver a sentarnos en esa silla. La última palabra la tiene el público pero por ganas y entusiasmo por nuestra parte no va a ser.
¿Consideráis que generalmente el público, cuando se junta música y humor en una canción, menosprecia su valor musical o lírico? Tenemos grandes autores denostados, o no suficientemente reconocidos.
Nosotros nos reímos de nosotros mismos y nos burlamos de las ideas convencionales de la música. Tenemos un espíritu iconoclasta. Pero por otra parte somos como ONG, defendemos las canciones que nadie querría hacer, canciones desvalidas que se quedarían sin cantar, si no hubiera personas como nosotros con ese espíritu suicida. Pero las letras están muy cuidadas. El lenguaje es lo que nos salva de la violencia.
Sois habituales de las salas de conciertos de Madrid, tanto encima, como debajo del escenario. ¿Cuál consideráis que es el gran valor de nuestras salas?
Las salas son la escuela de los que algún día llenarán estadios, pero eso no es lo importante. La salas de conciertos para 200 o 300 personas son la voz de la ciudad. Son museos dedicados a los instantes, monumentos sensoriales. Deberían de estar mucho más protegidas.
Ya sea como público o como banda, ¿nos contáis alguna anécdota o recuerdo memorable y rescatable que hayáis vivido en las salas de Madrid?
Un día tocamos en la sala Amnesia, y vino a vernos Poch, el líder de Derribos Arias y se dejó olvidado en nuestro camerino su cuaderno de bitácora. Me lo llevé a casa y lo guardé en un cajón de mi mesa. A los dos días me encontré con Poch y le dije que tenía su cuaderno, le di mi dirección para que se pasase a recogerlo. Me despedí de él y me acordé que en ese cajón tenía 5000 pesetas, una fortuna en 1985. Cuando por la noche llegué a casa me dijeron que había ido Poch, fui al cajón y el billete seguía ahí. Poch había escrito en el: “qué bueno es Poch”.
Además de esta celebración de 40 aniversario, acabáis de publicar el disco 100.000 Copias Vendidas en una Semana. ¿Qué os ha impulsado a grabar un nuevo álbum después de tanto tiempo?
Ha sido una cuestión de inercia. Entramos en el estudio, como ya habíamos hecho antes para grabar algún sencillo o el disco homenaje a Javier Krahe, con la intención de grabar “El fútbol femenino necesita tranquilidad”, una frase que había escuchado por la tele y que iba a ser nuestro primer himno pacifista. El ambiente en el estudio y las ganas de diversión de los músicos hicieron que empezáramos a grabar y a grabar y a grabar, y mira por donde hemos hecho un solete de disco con 12 canciones inéditas. Sin productor, sin compañía, sin distribuidora. Por amor al arte. Esto es algo absolutamente innecesario en los tiempos que corren. Lo normal es grabar un single, hacer un videoclip y a ver si suena la flauta. Pero nosotros nos movemos por hedonismo, por placer. En el fondo somos unos románticos.
¿Qué mensaje le daríais a los fans que han estado con vosotros durante estas cuatro décadas?
Que se traigan a sus nietos al concierto. Te recuerdo, 24 de abril. Teatro Eslava. 20.30h. Puntuales, que a las 22.30 hay que parar.