Nº13 Octubre 2010

Cada concierto es una ceremonia. Sean el grupo o el artista más o menos famosos, populares, aceptados o compartidos, nada hay como el momento en el que se apagan las luces y la música se

abre paso en una sala a oscuras.

Es un rito de nuestro tiempo, tal vez uno de los pocos ritos colectivos que nos queden a aquellos que

escogimos la música como principal vehículo de comunicación o como lenguaje vital. De la poca capacidad mística que este mundo digital y estilizado nos va dejando, pocos encuentros colectivos como los conciertos de música proporcionan ese estado de comunión entre un artista y quienes les contemplan.

Es de las pocas cosas que nos quedan que nos siguen permitiendo sentirnos humanos, Celebrémoslo, pues.

¡SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER! DESCUBRE TODAS LAS NOVEDADES

    He leído y acepto el Aviso Legal y la Política de Privacidad

    COLABORADORES