The Last Man Standing es el proyecto personal del madrileño Chechu Rodríguez. Tomando los principios rectores de la nueva ola de bedroom pop como dogma, pero subvirtiendo elementos y cambiando ingredientes, factura canciones que hacen de la ambivalencia un acto de belleza: Odas al amor con melodías brillantes y evocativas que esconden historias de ruptura y dolor.
Canciones minimalistas interpretadas a guitarra y voz, pero que llenan el ambiente con el poso de los grandes actos de épica pop-folk. Ahí está el pelo decolorado, la pose desorientada que enerva a millennials, boomers y demás dinosaurios, el patinete y los pantalones grandad. Ahí está la bendita habitaestudio de grabación. Pero la guitarra y el piano entran donde sus coetáneos abusan de texturas narcóticas hijas del Ableton, la voz desnuda y reverberada nos recuerda que dejar el autotune apagado sigue siendo una opción, y el nihilismo de fórmula se queda castigado en un rincón.