Existen músicos que lo son por accidente, otros que lo son por convicción y otros que lo son por pasión. En el primero y segundo de los casos figuran artistas que consiguen su meta y apenas desvían su rumbo, muchos habituales de nuestra escena musical. Mientras, en el tercero de los casos, hallamos a músicos como Joel Reyes, que considera el éxito una anomalía o un satélite que poco tiene que ver con el oficio de hacer canciones, que nunca se ha planteado tirar la toalla y que ha fraguado su carrera a golpe de hechos y no de hipótesis, fiel al método empírico del ensayo y el error. Y lo ha hecho con la filosofía de la hormiga, del niño curioso que solo busca descubrir cuan grande puede ser su osadía, del artesano que trabaja sin prisa pero sin pausa. Siguiendo el DIY (‘do it yourself’), nada hay más independiente, su modus operandi habla de su forma de entender la música: sin reparos a la hora de buscarse sus propios bolos, hacer carretera y tocar con la misma profesionalidad tanto en grandes festivales como en pequeños bares.
Joel Reyes, cantante y compositor nacido en Reus y actualmente afincado en Madrid, formó parte a finales de los 90 de Baked Beans, banda de pop alternativo en inglés con la que registró tres discos entre 1995 y el 2000 (‘Delicious’ (’95), ‘Outshined’ (’98) y ‘Emotional’ (’00)). En el 2001 se traslada a Madrid donde emprende su carrera en solitario al frente de Malacabeza, proyecto con el que, hasta el momento, ha editado tres discos: ‘Malacabeza’ (’09), ‘Pirómanos’ (’11) y ‘Gracias’ (’15).
