Quién iba a decirnos que lo que nació en 1994 como una pequeña orquesta en Portland, Oregon (EE.UU.), de la mano del pianista Thomas M. Lauderdale, iba a convertirse en un fenómeno comercial sin parangón en medio mundo. En el triunfo de lo sencillo. Ocurrió cuando Pink Martini publicaron el aclamado “Sympathique” (1997), su debut largo, agraciado con más de un millón de copias vendidas alrededor del globo.
Demostraron que se podía jugar con la música latina, la música lounge, la música clásica o el jazz, y hacerlo además en inglés, español, francés, italiano, portugués o japonés, indistintamente. Bendita diversidad la suya, que es no solo estilística, sino también idiomática. Completamente atemporal. Y validada por una discografía de más de diez álbumes y una carrera de exquisitos directos durante la que han compartido escenario con Rufus Wainwright, Martha Wainwright, Jane Powell, Henri Salvador, Chavela Vargas o Georges Moustaki.