Llamadnos Nantucket. Hace unos 10 años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo pocas expectativas, y nada en particular que perder, pensamos que nos gustaría tocar juntos, para disfrutar del rock. Es un modo que tenemos de echar fuera el estrés y desordenar nuestras vidas.
Cada vez que nos sorprendemos poniendo una boca triste; cada vez que en nuestra alma hay un nuevo noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que nos encontramos parándonos sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría nos domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirnos salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entendemos que es más que hora de irnos al local de ensayo tan pronto como podamos