Recuerdo perfectamente, siendo un niño, el viejo tocadiscos de mis padres en casa y el piano de pared de mi madre en el que, con las piernas colgando del taburete, hice sonar mis primeras notas, pero el recuerdo que despertó algo más en mi fue el sonido constante de la guitarra acústica y la armónica de mi primo a través del patio de luces que daba a mi habitación en Oviedo.
Sonaba día y noche mucho blues y rock & roll de los años 50, y sobretodo, lo que empapaba aquel patio, eran las canciones de Bruce Springsteen.
No sabía porque, pero todo aquello me encantaba y me emocionaba. Hoy, tampoco lo sé, pero eso es lo que tienen las canciones.