Juan Andrés Maya, granadino y descendiente de una dinastía de prestigio, comenzó a bailar a los tres años en las cuevas de La Rocío, propiedad de sus padres. Según críticos y aficionados, la soleá es el palo seña de identidad del sobrino de Mario Maya y Manolete. Con el estilo de los flamencos antiguos pero con una estética moderna, Maya taconea como quiere, mueve los brazos con elegancia y llena de vida los silencios. Son inevitables los olés después de cada subida en los taconeos, así como los aplausos en cada cierre. Juan Andrés, artista inquieto y creativo, siempre tiene un nuevo proyecto en mente. Un bailaor que brilla con luz propia.