En los ojos de La Moneta se concentra la tensión artística de quien ha nacido para bailar. Su profunda y enérgica mirada desarma al público. Comienza su baile escuchando la música antes de actuar. Le baila al cante y responde a la guitarra. A veces, danza en silencio haciendo música con los tacones o arrastrando las puntas o con su solo braceo, desgarrando el ambiente. También aparece la pura sangre; retazos de su escuela sacromontana, con una finura especial.