Normalmente Inverfest se desarrolla durante enero y principios de febrero, pero este año empezáis un poco antes.
Si, como celebramos los diez años del festival, nos hemos adelantado y hacemos algunos conciertos en diciembre. Comenzamos con Cala Vento, Triángulo de Amor Bizarro, y Fernando Costa con dos fechas. Todos ellos en La Riviera y con muy buena entrada para arrancar.
Celebráis vuestra décima edición. ¿De qué os sentís especialmente orgullosos?
Inverfest tiene una peculiaridad: es un festival de artistas. Cada artista actúa en su sala, presentando su disco o su trabajo. En ese sentido, una de las cosas más bonitas de estos diez años es haber acompañado a algunos artistas, y haberles hecho crecer con nuestro granito de arena, haciendo que su carrera evolucione. Por ejemplo, después de 5 años trabajando con Rodrigo Cuevas, ahora estamos haciendo dos noches de 2000 personas en The Music Station con él. En su día, Rosalía venía actuando en los Teatros del Canal, y luego llenó dos veces el Teatro Circo Price con Inverfest. U otros casos como Izal o María José Llergo…un montón de artistas a los que vas acompañando y es un orgullo verlos crecer.
En estos diez años habéis tenido que lidiar con sucesos poco deseables como pandemias o la histórica nevada Filomena. ¿En algún momento habéis visto peligrar la continuidad del festival?
La continuidad es lo más complicado en la industria cultural. La adaptabilidad y el poder ponerte en las circunstancias de cada momento te permite continuar. Somos muy camaleónicos en ese sentido, y durante Filomena tuvimos que reubicar conciertos, y durante la pandemia, más aún. Pero, a pesar de todo, y con todas las medidas necesarias, estábamos haciendo los conciertos. Al final, nos adaptamos…este año hacemos 120 conciertos, casi con 120 mánagers y oficinas distintas, si no te puedes adaptar, complicado.
Una de los puntos fuertes de Inverfest en la variedad estilística de su cartel, ¿qué tenéis en cuenta a la hora de escoger a los artistas?
Hay una línea roja muy clara: que tengan calidad artística y sean verdaderos artistas. No importa que hagan flamenco o bachata, sino que realmente sean muy buenos en lo que hacen. Que tengan una propuesta original, diferenciada y propia. En cuanto a estilos, nuestra vocación en el ciclo es que durante el mes de enero en Madrid haya una oferta para cualquier persona. Por eso incluimos desde el trap hasta el flamenco puro de martinete. La mitad de los conciertos que hacemos es de bandas de pequeño y mediano aforo. Es una apuesta por lo que viene, y la música cambia tanto que, si siguiéramos pensando en movimientos pasajeros como el boom de la electrónica o el indie, seríamos unos dinosaurios. Y aunque tenemos una edad, nos gusta pensar que aún somos ágiles a la hora de seleccionar a los artistas.
¿Qué habéis preparado para que esta edición de 2024 sea especial?
Arrancamos con más profundidad un ciclo de Cine-Conciertos que comenzó el año pasado. Proyectamos una película, buenas películas como Nomadland o No Es País Para Viejos, les extraemos la banda sonora, y un artista la reinterpreta a su manera, sin replicar la banda sonora original. Tenemos a artistas como Club del Río, Kokshca o Joana Serrat. Pero, sobre todo, este año, lo que hemos querido reivindicar es que llevamos 10 años. Solemos volar por debajo del radar, pero era el año de sacar un poco de pecho y contar nuestra pequeña historia, que en Madrid en invierno tenemos una buena escena.
También hay, tanto artistas consagrados, como proyectos emergentes ¿cuán importante es dar espacio a bandas menos masivas?
En el cartel de Inverfest, desde el primer año, todos los artistas van al mismo tamaño de letra. No hay un cabeza de cartel. Respetamos que para el artista que está estrenando su trabajo o su disco en El Sol, es su momento. Y su momento en ese punto es de 300 personas, no de 15.000, pero tiene el mismo valor. La clave es pode entender la necesidad del artista, y posicionarlo de cara al futuro. No hay mejor noticia que colgar el letrero de sold out, gracias a haberle otorgado el aforo adecuado, y que en el siguiente concierto, pueda dar un paso más.
A pesar de haber crecido, seguis otorgándole una parte importante de vuestro cartel a las salas. ¿Qué papel juegan para vosotros?
Las salas son el tejido del día a día. Son las que curran noche tras noche para hacer que todas las bandas evolucionen. Ninguna banda llena un gran pabellón sin haber pasado antes por Gruta, Siroco, La Paqui, El Sol, Independance o La Riviera. Las salas son las que están manteniendo la escena a pesar de ser un negocio muy complejo en el que tienen que reinventar constantemente su modelo de negocio. La oferta de las salas es permanente. Y la experiencia de la música en directo en una sala es insuperable. Cualquier aficionado a la música te va a decir que prefiere ver a su artista favorito a 10 o 20 metros, mirándole a los ojos, que en el escenario, muchas veces sobredimensionado, de un festival masivo. Las salas mueven ese tejido de una forma transversal, alimentando la ciudad, los bares de la zona, el transporte…
¿Qué retos os planteáis de cara a la próxima edición? ¿Va a ser difícil superarse?
Algo inventaremos. Ya estamos cerrando programa para 2025. Tenemos algunas ciudades de la Comunidad de Madrid que son parte ya de Inverfest, como Fuenlabrada o Pozuelo, y por ahí va a haber también crecimiento seguro. Pero, sobre todo, seguir trabajando por tener un buen cartel, ya que esa es la esencia de Inverfest.
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