Empecemos por una pregunta obvia. Llamándote Teresa, ¿de dónde sale el nombre artístico Manola?
Tengo dos hermanas mellizas y mis padres querían un niño. Cuando se enteraron que yo era niña, hubo un poquito de drama. Ellos ahora dicen que no, pero yo sé que lo hubo. Así que mis hermanas siempre han utilizado esa baza para meterse conmigo. Y, encima, me parezco mucho mi padre que se llama Manolo. Cuando empecé con el proyecto de este disco estaba pensando en un nombre, mi objetivo principal era esconderme, que nadie me reconociera. Y tras buscar un nombre que reflejara esa idea de hacer soul en español, Manola era lo más lógico, después de que en muchos momentos de mi vida mis hermanas me haya llamado así.
En septiembre lanzaste El Sótano (2024), y tiene un sonido que condensa muchas influencias, con un rico espectro sonoro poco habitual en nuestra escena. ¿El resultado final refleja el disco que deseabas hacer?
Me había costado mucho plantearme seriamente el ser solista. Siempre me negaba a mí misma que pudiera ser músico. Entonces, no fue el disco que esperaba, sino más bien es que el que necesitaba porque fui haciendo canciones por necesidad puramente. No me planteé en ningún momento si tenían conexión, fue puramente porque necesitaba desahogarme. Me cuesta mucho expresarme porque siempre me sentía como una carga. Cuando estoy mal, no suelo contar mis problemas, entonces las canciones son una vía para expresarme.
El 25 de enero estará presentando El Sótano en Siroco, en el marco del festival Inverfest. ¿Qué puede esperar el público de este ansiado concierto?
En su día tuvimos que cancelar la presentación y me quedé muy triste. Pero no hay mal que por bien no venga y sé que en Inverfest vamos a poder presentar el disco en las condiciones que merece. Llevamos un directo bastante fiel al disco. Con más verdad porque el directo tiene esos nervios. Pero creo que hemos conseguido presentar o hacer una réplica bastante bonita del disco y estoy súper contenta. Puedes escuchar cositas del disco muy parecidas y luego alguna pildorita distinta también
Además de tu carrera en solitario, muchos te hemos conocido también como parte de los directo de Rufus T Firefly. ¿Qué aporta el tocar en otra banda con más bagaje a tu carrera en solitario?
Seguridad para mi proyecto. Si cuando empecé en Rufus hubiera tenido que presentar mis canciones, se me habría venido el mundo encima. Me han dado muchas tablas y mucha seguridad como persona y como músico. Sobre todo porque al final en las bandas que llevan muchísimos años, siempre te encuentras problemas y cosas con las que hay que lidiar. Hay una cosa que me parece súper importante, que es la marcha del ego. En el mundo del arte es bastante complicado que no haya ego, el ego también es bueno. Cuando entré en Rufus me di cuenta que que no lo necesitaba, había una parte de mí que no necesitaba ser la protagonista y que no necesitaba llamar la atención, sino dedicarme plenamente, como a una obrera de la música y disfrutar esa parte también.
¿Qué supuso para ti a nivel artístico abandonar Cádiz para venir a vivir a Madrid?
Fue una decisión bastante espontánea. Yo no me sentía andaluza, obviamente Madrid es una ciudad con muchísimas posibilidades y tiene muchas cosas buenas. Yo siempre había renegado de Andalucía. Pero de repente el llegar a Madrid y verme en un piso que era un patio interior, y cómo la gente pasaba como hormigas, me hizo ver que que realmente yo no estaba preparada para eso. Al final el disco habla de anhelo, de echar de menos a gente, hasta hasta ti misma no. Esos sentimientos al final son súper primarios se pueden plasmar muy fácil en canciones y también pueden ayudar mucho y la gente se puede sentir identificar porque todos hemos sentido ese anhelo en algún momento, o sea que sí, que Madrid me ayudó mucho.
“Adicción” es uno de los temas que abre el disco. ¿Vivimos en un mundo más adicto que nunca?
Vivimos en un mundo súper frenético, no le damos valor a nada. Hay mucha sobreinformación. Estoy intentando centrarme en no recibir tanto estímulo porque creo que hay veces como los niños no cuando vas a un restaurante y ves a un niño con el móvil y ese niño a lo mejor tiene que estar con los padres escuchando una conversación o llenándose de barro. Es como aprender para desaprender y ver las cosas, limitarte o decidir qué quieres. Y en este mundo creo que es bastante importante que, aunque tengamos todos los medios a nuestro alcance, elijamos que queremos.
¿Cómo definirías tu relación con el piano?
Ha sido y sigue siendo una una relación muy complicada. Es una relación de amor-odio porque empecé con siete años en el conservatorio. El conservatorio me ha enseñado muchas cosas como la disciplina, pero también me ha reventado mucho la cabeza en algunos momentos. Si que es verdad que la enseñanza tan metódica te hace ver que si no haces una una frase tal como está escrito, no lo estás haciendo bien. Queda muy poco margen a la interpretación. Por eso, en algunos momentos de mi adolescencia, he querido tirar el piano o quemarlo, pero ahora mismo en este punto de vida, le tengo un amor increíble porque creo que es mi instrumento.
El disco tiene literalmente un “Inicio” y un “Fin”, y la temática de las letras y el discurso sonoro tienen una fuerte cohesión entre todas las canciones. ¿Se trata de un disco conceptual?
No lo creé pensando en que fuera conceptual, pero sí que cuando tenía seis canciones y empezamos la fase de producción, fuimos conscientes de que era una historia y que era una historia de principio a fin. Las emociones van evolucionando es un proceso emocional entonces sí que creo que este disco no se debería escuchar de manera aislada, por canciones, sino que es cortito y todas las canciones están ordenadas de manera cronológica, están compuestas de manera cronológica. Es una historia de principio a fin en el que además puedes ver cómo evolucionan distintos sentimientos.
Habitualmente las bandas de soul españolas cantan en inglés, y el soul propiamente no vive su esplendor comercial, a pesar de estar en un momento espléndido musicalmente. ¿Consideras que has hecho un disco arriesgado?
Hay dos formas de ver la música. Desde la manera romántica de, por mí ,y luego para fuera. Y luego la manera comercial de, para fuera y luego para mí. Son válidas las dos, pero sí que es verdad que si hubiera querido hacer un disco mucho más comercial o que tuviera más salida lo habría hecho en inglés Al final el soul tiene una manera de ver las melodías de voz, con muchos giros en los fraseos diferentes, entonces eso me ayuda y también me complica muchísimo ponerle letra.