Habéis definido el periodo entre vuestro anterior álbum y Maquinaria como “un viaje de 5 años”. ¿El destino estaba ya definido o el propio viaje es el que ha ido deparándoslo?
Ha sido el transcurso del viaje el que ha definido el destino. Hemos ido viéndolo todo “partido a partido”. En general, con Havalina, siempre ha sido así. La cabeza está puesta en el disco que estamos haciendo, hasta que toca centrarse en el siguiente. Nunca ninguno de nosotros hemos proyectado más allá del siguiente disco. Lo cual es curioso, porque ya llevamos tocando juntos 20 años.
¿Podemos hablar de Maquinaria como un disco conceptual? Las letras tienen un mensaje muy claro y cohesionado, los ritmos y la instrumentación tienen pasajes ciertamente mecánicos, e incluso la portada apunta en la misma dirección.
Desde luego, es lo más conceptual que hemos hecho en nuestra vida. No sé si eso sería suficiente como para llamarlo “conceptual”, pero dentro de lo que es el baremo de la banda, sí. El disco nació a partir de la canción que se llama “Maquinaria”, la que abre el disco y le da nombre. Esa canción alumbró el camino para todas las demás, tanto a nivel de letras, como a nivel de sonido. O sea que sí, al menos para Havalina, es un disco súper conceptual.
¿Está el destino de la sociedad cada vez más maquinado?
Creo que sigue siendo imprevisible. Incluso con los algoritmos, la inteligencia artificial, y todas estas cosas que supuestamente estudian nuestro comportamiento y prevén lo que va a pasar, seguimos siendo muy imprevisibles. Al final, no dejamos de ser una masa muy grande de individuos. Somos una grandísima aglomeración que no sabe hacia qué lado va a ir.
¿Os habéis inspirado en alguna otra obra para el desarrollo del mensaje del disco? Películas, series, libros…
En esta ocasión no. En el disco anterior (Muerdesombra, 2017) si que trabajamos mucho con eso. Concretamente, lo he hecho mucho con Tolkien, que es mi autor favorito. Pero en este disco hay más trabajo del equipo a nivel de letras y no viene tanto todo de mí, está más repartido entre Ignacio (Celma, guitarra y teclados de Havalina), y yo. Personalmente he tratado realizar un viaje interior, más que mirar hacia afuera, he mirado mucho hacia dentro. Pero claro, las preguntas que yo me hago cuando miro hacia dentro, están muy relacionadas con el mundo en el que habito. Creo que Ignacio por su parte si que lo ha llevado un poco más hacia fuera, pero casi siempre lo que nos ha inspirado ha sido música. Pero no hay referencias directas a nada más. Teníamos una playlist para establecer un lenguaje común en el que todos nos entendiéramos. Por eso el disco desarrolla una misma idea, pero desde diferentes prismas, los prismas de cada una de las personas que hemos estado ahí.
¿Cómo afrontáis esta primera presentación de Maquinaria en La Paqui (OchoyMedio Club) el próximo 15 de abril?
Estamos tocando el disco de manera bastante fiel. Además, vamos a hacer algo que no hemos hecho nunca. Vamos a tocar el disco entero al principio, tal cual, y luego tocaremos el resto del repertorio variado. Otras veces hemos hecho lo típico de intercalarlo, pero precisamente, como es un disco conceptual, no nos apetecía mezclarlo. Nos apetece que el concierto tenga dos bloques. El primero que sea Maquinaria, con un vestuario y una iluminación concretas. Cuando eso termine, ya empezará el resto de Havalina que todo el mundo conoce. Además, lo estamos tocando todo como suena en el disco porque nos gusta como ha quedado, y aunque pueda parecer que está muy producido, que tiene muchos elementos, en directo lo tocamos todo. Es un proceso de directo, de tocar, muy artesano.
Tú personalmente, Manuel, además de los álbumes Havalina, produces discos a otros artistas. ¿En qué se diferencia el proceso de producir el disco de otro, o tus propias canciones?
Para mi se diferencia en dos cosas fundamentales: lo primero es que en Havalina la composición y la producción van prácticamente unidas. Desde que empiezo a hacer las canciones, las estoy produciendo. Hay ciertos sonidos, cierta producción que luego permanece en el disco, que me lleva a componer la canción de una manera u otra. Cuando produzco para otra gente, me traen las canciones y luego yo ya las visto. Y la segunda diferencia, que esto pasa sobre todo con la mezcla, es que tardo como el doble, porque tengo que hacer de artista y de productor a la vez [risas]. Cuando produzco a otros artistas es más bien como un partido de tenis en el que yo propongo y el otro artista me devuelve, y así. Pero en el caso de Havalina, aunque el resto de la banda también está ahí, yo soy sobre todo el que dirige la producción y la mezcla, al igual que Ignacio, por ejemplo, se encarga del arte y la estética del disco.
Después de muchos años habéis vuelto a ser un cuarteto. ¿Cómo va a influir esto en vuestro directo?
Hay muchos más matices y estamos consiguiendo llegar a sitios donde no llegábamos antes. Por ejemplo, momentos en los que todos estamos tocando teclados y el paisaje es muy distinto, porque no es nuestro típico paisaje guitarrero. Pero también, cuando la cosa se pone guitarrera, se puede poner mucho más guitarrera ya que ahora podemos hacer unísonos, armonías, juegos a dos guitarras, momentos en los que parecemos Manowar…[risas]. Tenemos más herramientas para llevarlo todo más al extremo. También hay mas voces. Todo es mucho más coral y más rico.
En el texto de presentación del disco afirmáis: “nos hemos hecho mayores”. ¿Cuál os gustaría que fuera la herencia de Havalina?
Los artistas buscamos proyectar a los demás lo que otros artistas han proyectado en nosotros. Lo puedo explicar mejor con un ejemplo: mi banda favorita de siempre, y que ha día de hoy ha envejecido bien conmigo y siento que me lo llevaré a la tumba, es The Cure. Hay una actitud de Robert Smith hacia la música, que tiene que ver con la sinceridad y con cómo ha hecho las cosas, siempre pensando en el momento presente, siendo totalmente leal a su impulso artístico, alejándose de todo lo demás. Eso es lo que me gustaría que fuera la herencia de Havalina. Que, pasando por las etapas que pasara, quedara en el recuerdo de la gente como una banda que siempre hizo lo que quería de la forma más honesta posible, sin esperar nada a cambio.