Amisuri es un proyecto muy personal y diverso. ¿Qué significa para ti este trabajo y cómo nació la idea de reunir historias tan distintas en un mismo disco?
He llegado a los 40 y tenía inquietud por compartir algo nuevo y sincero y con mensajes que creo importantes de recordar. Estamos en la era de lo digital y superficial y sentía mucha nostalgia de lo que se está perdiendo, que viví en mi infancia. La idea nace con Adri Trujillo, percusionista, productor y compositor. Los dos somos de la bahía. Él de “Cadi Cadi” y yo de Chiclana, llevamos muchos años compartiendo escenario pero es la primera vez que creamos juntos con un sentir común. Aunque las historias sean distintas tienen un nexo, nuestras raíces y la manera de compartirlas, desde nuestra verdad. Él se encarga más de la parte musical y yo de las letras, aunque los dos aportamos tanto a una cosa como a otra.
Tu música es flamenco gaditano con mirada al horizonte, pero también bebe del jazz, el rap y otros géneros contemporáneos. ¿Cómo logras ese equilibrio entre tradición y modernidad sin perder tu esencia?
Ese equilibrio se logra eligiendo a las personas que forman la banda, aprovecho para nombrarlas: Adri Trujillo, Ismael Alcina, Pablo Heredia y Petaca. Todas tenemos el flamenco en nuestro ADN pero somos curiosas, versátiles y atrevidas. Además tanto el rap como el jazz comparten historias similares en sus orígenes y por eso creo que encajan tan bien. Yo pienso que de esta manera le abres la puerta al público que no es tan ortodoxo.
En el disco encontramos desde “sevillanas ecológicas” hasta baladas contra la violencia de género. ¿Cuál fue el mayor reto a la hora de transformar temas sociales en canciones que también emocionen y hagan disfrutar?
Además del escenario me gusta impartir talleres con la música como herramienta transformadora y también despertar la creatividad. El mayor reto fue cuando Adri y yo trabajamos con la Asociación de Personas Sordas o señoras de más de 80 años que han vivido el machismo en primera persona. Ellas nos contaron sus historias y escribieron letras que luego las convertimos en canciones y no pudimos resistirnos a incluirlas en el repertorio. Esas canciones emocionan porque hay realidad y es fácil sentirse identificada o simplemente empatizar. Te hacen disfrutar porque siempre termina con un mensaje de esperanza. Esa es nuestra IA, las Ideas de las Abuelas.
El próximo 12 de septiembre estarás en la sala Villanos de Madrid presentando Amisuri, con Diego Guerrero como invitado especial. ¿Qué puede esperar el público de esa noche?
Una noche de emoción. Unos músicos de categoría, un artista invitado de lujo. Un viaje a Cádiz con todas las comodidades: buen sonido e iluminación, nostalgia, alegría y entusiasmo. No te quiero dar más detalles “pa” que vengas y lo vivas en directo.
Eres una artista de Chiclana de la Frontera y tu obra está muy conectada a Cádiz: al barrio, la costa, la gente, los sabores. ¿Qué papel juega tu tierra en tu manera de entender y crear música?
Por Cádiz han pasado muchas culturas y hay mucha riqueza histórica. Eso ha influido en la música, en el nacimiento del flamenco, en la idiosincrasia, tienes que vivirla para entenderla. También se ha pasado mucha fatiga y eso se refleja en el don del ingenio y la actitud ante las adversidades. El sol te hace social, generoso y amplifica el sentido del humor hasta en los peores momentos. El mar también influye, la libertad del horizonte, el vino, los carnavales…Yo no es por presumir ¡eh!, lo digo por compartir. Al hilo de la pregunta, si no hubiera nacido aquí lo mismo me dedicaría a otra cosa. Nuestra tierra es nuestra fuente de inspiración.
En tus letras se siente una mirada crítica pero también luminosa. ¿Es una manera consciente de contrarrestar lo duro de la realidad con esperanza?
Yo siempre veo el vaso lleno, creo que hay una solución, que se puede cambiar y que todo puede ir a mejor. A veces me equivoco, lo acepto, pero al menos me quedo tranquila de haberlo intentado. Si esa positividad se contagia siento que estoy poniendo mi granito ante tantas injusticias.
¿Qué artistas, tanto del flamenco como de otras músicas, sientes que te han inspirado en este camino musical tan particular?
Los primeros discos de Camarón y Paco, tenía yo unos 11 años y no encontraba mi sitio y fijate donde me refugié. Parrita, María Jiménez, Lola Flores y La Martirio, La Chirigota del Selu y otros internacionales como Michael Jackson, Bob Marley, los clásicos… Mis padres hacían guateques en casa y él se curraba su playlist a la antigua, me encantaba verle preparar la sesión, le daba el “laito” a todo el mundo.
Has mencionado que cada canción es una historia vivida. ¿Hay alguna en Amisuri que consideres especialmente autobiográfica o que te haya marcado especialmente?
“De Barriá”, casi siempre lo cuento en los conciertos. Yo me he criado en el campo felizmente con mi hermana y mis primas, pero me encantaba ir a casa de mis amigas que vivían en barriadas. El ambiente, la humildad, la gracia natural. Es una canción que describe todo eso y a todos sus personajes que todos son reales.
Mirando al futuro, ¿a dónde te gustaría que llegara tu música y qué huella te gustaría que dejara?
Como cualquier persona me encantaría que llegara a todos los rincones que lo necesitaran. La música es la medicina del alma y ojalá Amisuri alegre los corazones, despierte, remueva, recuerde, emocione al público y lo haga conectar con sus raíces sea de donde sea. La huella es la música que dejaremos a este mundo, para mis hijos, mis nietos… que les sirva de inspiración para dedicarse a lo que les apasiona, con la idea de compartir y no competir. Ahora que si nos dan un Grammy, ¡también estaría la mar de bonito! [risas].