¿Cómo empiezas a hacer música? ¿De qué manera nacen tus primeras canciones?
Empecé a tocar la guitarra con 8 años y a escribir canciones un poco más adelante, sobre los 12. En mi casa siempre ha habido música porque mi padre, aunque no se dedica a ello profesionalmente, compone, toca en una banda y lo vive con mucha pasión. Creo que verlo disfrutar tanto con la música fue lo que despertó en mí las ganas de probar también, un poco por admiración, un poco por curiosidad. Mis primeras canciones nacen como una especie de refugio. Había muchas cosas que no sabía cómo decir o gestionar, y componer fue mi forma de soltar todo eso que llevaba dentro. Al principio eran solo para mí, no pensaba en mostrarlas a nadie. Eran mi manera de desahogarme, de entenderme y de poner en orden lo que sentía.
El próximo jueves 15 de mayo estarás en directo en el Café la Palma, como parte del ciclo SONIDO MADRID EN VIVO 25-San Isidro. ¿Cómo afrontas este directo tan importante?
Lo afronto con muchísimas ganas, la verdad. Es solo el segundo concierto que doy en mi vida, la segunda vez que canto en directo, y que sea en un escenario como el del Café La Palma, impone, pero sobre todo emociona. Es un lugar por el que han pasado artistas muy grandes, donde han arrancado muchas carreras, y estar ahí me motiva muchísimo. Me hace especial ilusión también porque voy a cantar temas míos que aún no han salido, así que será como una especie de primicia para quienes estén. Y además incluiré algunas covers, que creo que pueden enganchar también a quien no me conozca todavía. Lo veo como un paso muy importante en mi camino, pero lo vivo con tantas ganas que casi no me da tiempo ni a ponerme nerviosa.
Tu primer tema, “Montaña Rusa” salió en 2022, e hiciste un parón de un par de años para volver con “Mejores desconocidos”. Artísticamente, ¿qué te aportó ese pequeño parón?
Sí, hice un parón, aunque la verdad es que fue bastante natural. Cuando saqué «Montaña Rusa», no lo hice con la idea de meterme de lleno en la música como artista. Fue más bien por amor al arte, por compartir esa canción concreta, pero no pensé en seguir publicando todo lo que tenía escrito. Con el tiempo, la gente empezó a preguntarme si iba a sacar más, y yo me quedaba un poco en shock, como: “pero ¿quién soy yo para sacar canciones?”. Les enseñaba mis composiciones a algunas amigas y me decían que tenía que animarme, que eran una pasada. Y entonces empecé a planteármelo en serio.
El primer año tras «Montaña Rusa» fue de desconexión total. Seguía componiendo, sí, pero solo para mí, sin intención de sacarlo fuera de mi habitación. Fue en el segundo año cuando empecé a pensar: “¿Y si me lanzo? ¿Y si esto puede ser algo más?”. Me di cuenta de que no perdía nada por intentarlo, que podía ser una experiencia increíble, divertida y también una forma de compartir todo eso que llevo dentro. Así que decidí dar el paso.
Los últimos temas que has publicado tienen una instrumentación y producción mucho más ambiciosa, en comparación a tu debut acústico. ¿Marcan el camino de lo que serán tus canciones el futuro?
«Montaña Rusa» era un regalo para mi madre, nos pilló bastante justos de tiempo y tuvimos que grabarla en una mañana. Así que, podría decirse que esta canción es un milagro del productor. Con las canciones que vinieron después, la cosa cambió bastante. Empecé a darle mucha más atención a la producción, volviéndose más compleja y ambiciosa. Y eso, claro, marca el camino de lo que vendrá. Se puede ver que cada vez me voy metiendo más en el juego de la música, buscando algo más grande y pulido. Creo que es un proceso que se va notando en las canciones que estoy trabajando ahora.
¿Te da miedo exponerte demasiado en tus letras?
Sinceramente, no. Es verdad que tengo canciones que aún no he grabado, en las que soy muy literal contando lo que siento o lo que me ha pasado, sin tanta metáfora, y quizá esas sí imponen un poco más porque son muy directas. Pero miedo, como tal, no me da. Al revés, creo que exponerme tiene sentido. A mí me ha ayudado muchísimo que otros artistas se hayan abierto en sus letras. Escucho música todo el día, y muchas veces he sentido que alguien estaba cantando exactamente lo que yo estaba viviendo. Esa sensación de «ostras, no soy la única» te da una paz enorme. Las canciones que he publicado hasta ahora son más subjetivas, más sutiles, pero las que vienen van más al grano, y ojalá sirvan justo para eso: para acompañar a quien las escuche.
Más allá de la música, hay una conexión emocional con quien te escucha. ¿Qué te gustaría que el público sintiera o se llevara consigo tras verte en directo?
Recuerdo mi primer concierto como fan, esa adrenalina que se dispara cuando les ves salir al escenario, esa sensación de que te vas a comer el mundo con ellos, cantar a gritos, desconectar del mundo durante unas horas… ¡eso quiero que sienta mi público! Hacerles vibrar, saltar, emocionarse, reír y llorar.
Viendo en tu perfil de Spotify que eres seguidora del Atleti. ¿Con qué canción definirías el sentimiento atlético?
[Risas] Lo de mi foto de perfil en Spotify es temporal, para promocionar la próxima canción que voy a lanzar. Y creo que esta puede definir muy bien el sentimiento atlético. Se llama «Derbi», sale el 21 de mayo, y es una colaboración con Simple C. Estamos súper orgullosos de cómo ha quedado, la producción es brutal. Creo que refleja muy bien la energía y la fuerza del sentimiento atlético: esa conexión intensa, el desafío constante, y la determinación de seguir adelante.
¿Qué otro concierto de SONIDO MADRID EN VIVO 25-San Isidro recomendarías?
Pues, aunque no he tenido la oportunidad de verlo en directo aún, me encantaría hacerlo algún día. La música de Alberto me gusta mucho, tiene una propuesta muy interesante que mezcla pop, funk y R&B con un toque muy personal. Si te gusta la música con una atmósfera diferente y con mucha personalidad, definitivamente lo recomendaría. Tengo varias de sus canciones en mis playlists y me parecen increíbles.