¿Cómo nace The Fucking Jam?
Tenía una banda, que en principio iba a ser para temas propios, pero un día nos juntamos para hacer versiones en el Honky Tonk, y Lalo (del Val) nos propuso que fuéramos la banda oficial de la jam de la sala. No me acuerdo muy bien cómo llegué al nombre, pero me gustó desde un primer momento. Y así nació hace 6 años.
¿Cuál es la filosofía de esta jam session?
Ha ido moldeándose con el tiempo. Pero la principal filosofía es que nosotros, los que estamos sobre el escenario, lo pasemos bien. Todos somos músico profesionales, pero que nos juntemos es prácticamente una excepción. Aprovechamos para disfrutar y tocar cosas que no tocamos en otros trabajos o en otros proyectos. Es una jam más ecléctica que otras que se cierran a un estilo concreto. Podemos hacer soul, rock, pop, o blues, y está bastante viva, la acomodamos a nuestro mood de ese día. Eso engancha a la gente que viene a vernos.
Preséntanos a la banda «titular» de The Fucking Jam.
A la batería tenemos ahora a Micky Martínez, que está girando ahora con músicos como Pablo López; está Miguel Semper a la guitarra, que también toca con un montón de gente y para mí es uno de los mejores guitarristas de este país; está Carlos Bueno al bajo, que forma parte de la banda de Dani Martín, entre muchos otros; está Javier Lozano a los teclados, que es otro pedazo de músico, y yo, Alex Perea, a la guitarra y a la voz.
¿Cuál crees que es la clave de esa conexión con el público?
La verdad es que somos bastante mamarrachos todos los que estamos sobre el escenario. El perfil de los músicos es gente que viene a pasarlo bien, y a tocar de manera distendida. Además, en Honky Tonk todo suena muy bien y hay muy buen ambiente, y eso nos da el espacio para explayarnos en cómo somos, y nos permite transmitírselo al público.
¿Por qué el binomio The Fucking Jam-Honky Tonk ha funcionado tan bien?
Tiene todo el sentido del mundo que haya funcionado en esta sala, porque la música que todos escuchamos, y que tocamos nosotros, es música de artistas que han pasado, se han formado y han crecido tocando en Honky Tonk. Y Honky Tonk ha crecido de la mano de esos artistas que se han hecho grandes en la música pop y rock española, e incluso internacional. Y esa es la música de la que nosotros hemos bebido también. The Fucking Jam encaja muy bien con lo que ofrece el Honky.
¿Recuerdas alguna noche especialmente mágica de la jam?
Muchísimas. Recientemente vino Carlos Tarque, con su banda de solista, Tarque, y todos los músicos: Carlos Raya (guitarra), Coki Giménez (batería), Chapo González (bajo). Se subieron todos a tocar al escenario y fue muy especial. Es un proyecto que nos gusta muchísimo, y verlos llegar, y que quisieran subirse a tocar al escenario, fue increíble. Ha habido muchas noches para el recuerdo porque ha pasado por el escenario de la jam gente que toca y canta muy bien. Al final Honky Tonk es un lugar de encuentro de mucha gente del sector, y siempre vienen músicos a los que admiramos mucho y hacen que la jam coja un poso y un recorrido muy guay. Hemos tenido a musicazos que nos encantan como Juan Zelada, Dan Millson, Enriquito…también una noche vinieron Adri Cachorro y Natxo Tamarit, batería y bajo de Los Zigarros, y tocamos su tema «A todo que sí» y fue brutal.
Tarque y su banda sobre el escenario de Honky Tonk, en The Fucking Jam. Fotos: Cecilia Malo
¿Por qué crees que los músicos eligen venir a The Fucking Jam?
Los músicos vienen porque hay un ambiente muy guay los jueves en la jam. He ido a muchas jam, y pasa bastante que lo que está ocurriendo sobre el escenario es increíble, pero ambiente abajo es un poco tenso. Hay mucho nivel, la gente está esperando abajo para salir, y no da pie a relacionarse de una manera tan distendida. Aquí el ambiente es de colegueo, y creo que eso hace que los músicos, independientemente de su nivel, quieran venir, haya muy buena onda entre todos, y sea divertido. Intentamos que el nivel musical sea apto para todos y que los que están empezando se apoyen en los que son profesionales.
¿Cómo valoras la escena actual madrileña?
En Madrid, hay una escena de música muy amplia y variada: canción de autor, rock, soul, jazz, blues…tenemos la suerte de que hay lugares como las salas que acogen y ofertan toda esa escena. Está emergiendo otra vez el concepto de banda entre los chavales más jóvenes, que vuelven hacer rock, o música orgánica, tras muchos años de música hecha por ordenador, que también está bien. Está volviendo el movimiento de salir a ver conciertos, a tocar, y Madrid es una ciudad increíble para disfrutar de eso.