El Tablao de la Villa ofrece un flamenco puro y auténtico, en una casa-palacio del siglo XIX situada en la calle Torija, en pleno centro histórico de Madrid. “Este tablao es un lugar de encuentro para aficionados y artistas, donde se abre paso el arte flamenco tradicional en el que aparecen el baile que sabe pararse, y la guitarra y el cante que conocen los silencios”, afirman desde el Tablao de la Villa. Destacan su luz tenue, la cercanía a los artistas, la buena visibilidad y una acústica única propiciada por su edificación genuina. Muchos lo habrán conocido años atrás como Café de Chinitas, y, desde hace unos meses, este espacio ha renacido como Tablao de la Villa.
Desde el Tablao de la Villa también hacen un repaso histórico de lo que supone Madrid como enclave flamenco y como se gestó este caldo de cultivo, proveniente de la cultura andaluza: “Madrid, por su sentido de la vida y del arte, se enamoró del flamenco. La villa de Madrid tuvo un papel decisivo en su desarrollo. Por la Puerta de Toledo venían los andaluces a trabajar y vivir en Madrid. Por las noches se reunían en las tabernas a cantar, tocar y bailar, y así los madrileños se enamoraron del flamenco. Si Andalucía fue la madre, Madrid fue la comadrona”.
La lista de cantaores y artistas flamencos que se han graduado en la capital no es cosa menor, según atestiguan desde el antiguo Café de Chinitas: “Madrid se llenó de cafés cantantes en el siglo XIX y de tablaos flamencos en el siglo XX. Estos últimos fueron fundamentales en el desarrollo del arte flamenco en Madrid, acogiendo a artistas como Camarón, Enrique Morente, Mario Maya, la Paquera de Jerez, Tomatito, Terremoto y muchos más. También Madrid sacaba a hombros a bailaores como Antonio Gades, Antonio Ruiz Soler, Manuela Carrasco o El Güito”. Todo eso ha hecho de Madrid un lugar de encuentro para los artistas flamencos de toda España, y el principal escaparate para su proyección internacional.