Es increíble cómo habéis crecido en los últimos tres años. ¿Qué tiene que tener una banda para conseguir consolidarse en el panorama?
Hace falta mucho trabajo y determinación. Hemos tenido mucha suerte a la hora de conocernos, estamos todos en la misma dirección, enfocados en lo mismo. Esto ha facilitado todo el trabajo. También hay un componente muy grande de suerte. Lo típico de estar “en el lugar adecuado en el momento oportuno”. Es algo que escuchas siempre, y es importante. Es como si uno tiene un huerto y planta tomates y, de repente, ese año, se dan bien los tomates. Igual lleva toda la vida sembrando otras cosas, pero justo la gente quiere tomates. Es una combinación de mucho trabajo -musical y extramusical, haciendo trabajo también de oficina, no solo de músicos- y también un componente de suerte. Que, al final, lo que estás haciendo termine de conectar con la gente y quieran ir a verte a un concierto o comprar tu disco. Que les dé esa palpitaíta.
De vuestro primer álbum (DMBK, 2019) a Hilo Negro se percibe una evolución sonora, búsqueda nuevas texturas y mayor contundencia. ¿Hacia dónde os gustaría que evolucionara vuestro tercer disco?
Estamos ahora mismo trabajando en él, experimentando. Del primero al segundo teníamos claro que queríamos hacer un disco más elaborado. El primero lo grabamos y mezclamos más rápido, de una forma no tan meditada. En Hilo Negro queríamos reivindicarnos como compositores, letristas, como artistas en general. Para este tercer disco, la idea no es tanto reivindicarnos, porque eso ya lo hemos hecho tras demostrar que no somo un grupo de un solo disco, de momento estamos jugando. Hay que ver hacia donde va el disco. Pero evidentemente va tener algo de lo que somos, aunque siempre buscando hacer algo distinto. Estamos más cómodos, nos conocemos más, llevamos dos giras larguísimas, ya sabemos lo que nos gusta.
¿Cómo armáis las canciones?
En nuestra banda no hay un único compositor que diga “esto es lo que vamos a tocar”. Nos gusta funcionar como una cooperativa de ideas. Vamos volcándolas y opinando, probamos distintas cosas. Buscamos que la música tenga una riqueza diferente, y que este tercer disco sea mejor que el segundo.
¿Tiene fecha aproximada de lanzamiento o grabación este tercer disco?
Nos hemos puesto un horizonte sin que sea inamovible. Tampoco queremos presionarnos a nivel creativo. La pandemia nos permitió reposar Hilo Negro durante esos meses, y de esa experiencia aprendimos que a la banda le sienta bien reposar las combinaciones. Sin presión, pero si nos gustaría que lanzarlo para 2024, y girar. Que nosotros somos animales de escenario. Lo vamos a pasar muy mal en 2023 (risas).
¿En qué concierto os impresionó la respuesta del público o consideras que fue el punto de inflexión para vuestro status actual?
Yo (‘Gringo’, guitarrista de DBMK), personalmente, me di cuenta con la gira del primer disco. Fuimos a Sevilla y a Málaga y vendimos todo en las dos ciudades, pero era más esperable porque es nuestro territorio. Después fuimos a Valencia, que a veces es un sitio complejo, ya habíamos tocado con bandas anteriores en las que estábamos, y a lo mejor de repente te encontrabas a 15 personas (risas). Sin embargo, esta vez, estuvimos a punto de llenar, desde la primera canción ya había una persona volando como una pelota de Nivea entre la gente. Ahí me di cuenta de que algo estaba pasando.
Habéis rescatado del olvido el término “cañí” ¿Nos avergonzamos los españoles de nuestra cultura? Parece que nos abonamos antes a cualquier orgullo extranjero que a nuestro patrimonio.
A veces puede ser complicado como los españoles sienten las cosas que son propias. Pasó con el cine, hubo una racha en la que se decía mucho que el cine español era malo. A nivel artístico, España siempre ha sido un país puntero. Otra cosa es que sepamos reconocer nuestra validez. Pero se nota que estamos apareciendo un montón de artistas que jugamos con el folclore español sin complejos, de una manera creativa, original y potente. Y el público lo está recibiendo muy bien, después de una temporada donde imperaba el indie, ahora parece que está perdiendo fuerza, y la están ganando proyectos de raíz: la propia Rosalía, Califato ¾, La Plazuela, el propio C. Tangana con el último disco, que no deja de ser rumba, que es un estilo de aquí. La música es riqueza. Nosotros no estamos encasillados, ni mentalmente, ni musicalmente en ningún estilo. Por eso salimos con el tema de la ‘kinkidelia’, porque, aunque tengamos una formación de rock -guitarra, bajo, batería…-, nosotros nos consideramos más músicos con una cultura musical muy amplia.
El próximo 7 de enero venís a Madrid de la mano de Inverfest ¿Cómo definirías vuestros conciertos?
Nuestros conciertos son incendiarios, y Madrid es uno de los sitios más fuertes. Hicimos La Riviera hace como un año, y ese concierto fue alucinante. Salimos al escenario, la sala a reventar, y todo el mundo con el cuchillo entre los dientes. Se notaba que la gente se había escuchado el disco en la ducha, en el coche, de botellón…había un feedback increíble. Además, La Riviera es una sala emblemática y nuestra relación con ella está siendo excepcional. Estamos deseando que llegue el 7 de enero. Va a ser un pedazo regalo de Reyes.
¿Sentís que vuestros recursos musicales se tienen que limitar a la hora de componer para encontrar ciertas sonoridades y mantener la ‘kinkidelia’ del grupo?
Nosotros tenemos conocimientos musicales, y al final es como lo que decía Picasso de que debes aprenderte las reglas para poder romperlas. Es un poco eso, conocer el lenguaje musical, para, a la hora de componer, olvidarlo y que sea un apoyo para jugar a partir de ahí. Desde el principio hemos intentado no caer en clichés, ni musicales, ni líricos. A los dos guitarristas nos encantan los solos de guitarra y creernos Jimi Hendrix, pero es algo que no tiene mucha cabida en este proyecto. Huyendo de esos clichés, con las guitarras hemos hecho un trabajo muy potente para no caer en el acorde esperado o el arpegio de marras, nos comemos la olla para innovar de alguna manera. Tratamos de que una misma emoción llegue desde nuevos recursos. Que haya sonoridades que te refresquen las orejas.
¿Qué bandas que aún no resuenen entre el público recomendarías?
De bandas nacionales, nuestros colegas Vera Fauna están arrancando bastante bien. También los Moura, que hacen una cosa similar a la nuestra, pero a partir del folclore gallego, juegan con rock progresivo y sonoridades celtas, huyendo también de los clichés de la mezcla del rock con lo celta. De bandas internacionales, hay una mexicana que nos gusta mucho, que son Los Cogelones, cinco hermanos que son una especie de chamanes y hacen música muy divertida.