A base de experiencia, desde abajo, y con grandes dosis de pasión, hay personas que son capaces de ayudar o dar forma a actores fundamentales para que la música tenga una estructura profesional.
Jorge Martínez es el actor que no se ha conformado, ha adoptado diversos papeles y ha luchado desde abajo. “Comencé como DJ en Wild Thing y (antes en algunos garitos de Malasaña) residente en Déjate Besar/69 Pétalos, y en Moby Dick terminé mis noches como DJ, he pinchado en muchas fiestas privadas, Bodas de amigos…”
Es socio del Café Berlín donde ayuda a Andrés “Pato” en la programación. “Ahora como sabrás, estamos cerrados. Con esta nueva restricción de horarios es imposible hacer conciertos, al menos para nuestras exigencias…esperamos poder reanudar la actividad muy pronto, aunque sin noche, va a estar complicado.
En marzo cumplimos 5 años desde que abrimos en la nueva ubicación”.
Tener mucha inquietud impulsa a Jorge a lanzarse en más campos. “Llevo otros 10 años trabajando en el sector ticketing de conciertos en toda España. 8 años en Ticketea/Ebrite y ahora desde hace 2 en mi propia marca Mutick. Tuve un comienzo 2019 muy bueno, me apoyaron muchos promotores-amigos y el 2020 parecía que iba a ser sensacional, y mira… Parece que el primer semestre de 2021 va a tener muy poca actividad de conciertos y casi ningún festival de gran formato. Esperemos que podamos funcionar en el segundo, Yo tengo esta esperanza, al menos con los artistas nacionales. En cuanto mejore la situación, la vacuna avance y se levanten las restricciones horarias, se podrán hacer conciertos sin problema. Además, en breve estreno nueva web, estoy lleno de ilusión y ganas de volver a trabajar.”.
Tocar el bajo es otra de las pasiones de este emprendedor aunque esta afición no la ha llevado al campo profesional. “Hace 20 años compartía local de ensayo en Ritmo & Compás. ¡Llegué a tener 3 grupos al mismo tiempo! Ahora toco en casa muy de vez en cuando las líneas de bajo de mis discos favoritos.”
Pues de ahí también se embarcó en otra película. “Tengo unos locales de ensayo con otros 2 socios, los Rufino, desde hace 8 años. 33 salas que por suerte están llenas. Hay muchas ganas de tocar y ensayar, los músicos no paran. Esto es señal clara que la música, para muchos de nosotros, es nuestra vida, nuestro refugio y nuestra salvación en estos tiempos de crisis”.