Iñigo López Palacios es punta de lanza en el periodismo musical español. Una larga trayectoria de 20 años en la brecha le avala. Iñigo nació en Vitoria-Gasteiz y, aunque se licenció en Derecho en la UPV en San Sebastián, fue a descubrir, casi por casualidad, que lo que le gustaba era el periodismo. Ya afincado en Madrid, hizo el master de periodismo de la Universidad Autónoma en 1999 y entró en el diario El País recorriendo todo el escalafón: primero como becario, después de colaborador y desde 2004 en plantilla. Fue coordinador de temas musicales en los suplementos Tentaciones y EP3 hasta 2011. Tras su paso por las secciones de Cultura y Madrid, en 2016 se integró en la plantilla de ICON, la revista masculina mensual de El País, donde ejerce las labores de redactor. Fue uno de los fundadores de la asociación PAM (Periodistas Asociados de Música) y desde hace unas semanas ejerce de presidente. Una impecable trayectoria que le ha permitido establecer una sugestiva lista de Imprescindibles en Música, como puede verse a continuación.
1.- UN DISCO: Reconozco que desde que la tengo -y de eso debe hacer unos 20 años-, el único disco que me aseguro que sé dónde está en cada mudanza es la caja con la discografía completa de Hertzainak. No sé si eso lo convierte en mi disco favorito, pero desde luego es el más querido.
2.- UN GRUPO O ARTISTA: Soy poco dado a mitomanías, así que cambio de grupo favorito mucho más que de camiseta favorita. En los últimos años, cada vez que no sé qué escuchar termino recurriendo a Four Tet, pero eso podría cambiar mañana mismo.
3.-UN CONCIERTO: El de Swans en una de las naves de Matadero, dentro del Primavera Club, hará unos 10 años. Me voló la cabeza como nada antes ni nada después lo ha hecho. Cuando creías que no podían llegar más lejos, lo hacían. El volumen era brutal, la rabia que había allí, también. Fue impresionante.
4.- UNA GIRA: La única vez en mi vida que después de ver un concierto de un grupo me he cogido el día libre para viajar a otra ciudad al día siguiente y volverlos a ver fue con The Flaming Lips en 2004, si no recuerdo mal. Estaban en plenitud y su concepto era tan curioso que ni siquiera el hecho de que Wayne Coyne hubiera perdido gran parte de la voz la primera noche hizo que la segunda fuera peor.
5.- UNA SALA DE CONCIERTOS EN MADRID: Pocas tienen el encanto de El Sol.
