Tras diez dedicados a la comedia y veinte dedicados al onanismo en defensa propia, Richard Salamanca; cómico del montón de Comedy Central, guionista fracasado de radio y televisión y poeta de escombros siente que ha llegado a su apocalipsis coqueto, una especie de caída sobre pan rallado.
Esa etapa en la que uno se siente como un CD, que lejos de reproducir a Shakira, cuelga de un hilo en una ventana para espantar pájaros.