Con el baile a cuestas, a ritmo de swing y con las ideas claras es como un argentino apasionado, como no podía ser de otra manera, llegó a Europa. Gastón Fernández se inició en su tierra natal pero vió al otro lado del atlántico la oportunidad de llevar al cúlmen su forma de vida. “Empiezo a dedicarme a la organización de eventos en 2006 en Argentina. Amaba el baile, el jazz, el swing, y no había lugares ni nada para este movimiento. A partir de ahí montamos una asociación que se llamaba Happy Feet y empezamos a organizar cosas como el festival Live! Lindy Hop Argentina International. Al mudarme a Europa por mi profesión, soy bailarín y profesor de baile, se mezcló todo, me asenté en Madrid y montamos Big Mama”.
El concepto de Big Mama Ballroom es el resultado de un esfuerzo contínuo. Escuela de baile con su sala donde practicar también con una banda en directo lo aprendido en las clases o disfrutar de unos buenos movimientos aquellos que ya tienen consolidado su estilo. “Big Mama nació como una escuela. Le añadimos un Ballroom así que tenemos clases y tenemos, bueno teníamos fiestas, ahora de momento solo conciertos. Siempre nuestro objetivo era juntar el baile con la música, también en directo”.
Cuando uno es dueño de su propio sueño las labores que realiza en su barco no se llegan a definir del todo, bien vales para un roto que para un descosío. “Mis funciones en Big Mama son dar clase, programar la sala, reparar cosas que a veces se rompen, poner cocktails, que me salen muy bien por cierto… a veces hago de sonidista, iluminador, soy dj… es un poco esto del famoso lo que haga falta”.
Preparar bebidas a gusto y como son es un arte, y este argentino lo lleva a gala. Es más, tiene la humildad suficiente para reconocer y subsanar esos despistes que se producen en plena avalancha de pedidos. “Una vez tenía una fila de cocktails para preparar. Entre ellos había varios Whiskey Sour. Sirvo el primero y cuando me llega el resto para preparar, había combinado otros entre medias, voy a coger el sirope y veo que está lejos. A todo esto recapacito y caigo que no lo había incluido en el que despaché. ¡Me puse rojo! Cuando terminé la lista de pedidos me acerqué al caballero que tenía el cocktail y le pregunté: ¿Está a su gusto? Él me contestó que un poco ácido. Así que le dije: disculpe, es que se me olvidó echar el sirope. Me lo llevo y se lo preparo bien. El caballero se extrañó y me dijo: si me he bebido ya la mitad…. yo le contesté: no tranquilo le traigo uno como es. Con todo mi amor lo realicé y cuando el señor lo probó sólo hizo falta ver su cara para ver la satisfacción de un cocktail bien combinado”.
La vida personal con tanto ejercicio no se olvida. Y de movimiento físico van también las aficiones de Gastón Fernández. El deporte ha centrado buena parte de su tiempo practicando varias de sus modalidades con el mismo afán que le dedica al swing. “Estoy enamorado del deporte. Hice mucha gimnasia artística, jugué al voleibol, al tenis, siempre mi vida estuvo relacionada al movimiento”.
Moverse le ha tocado muchas veces trabajando en Big Mama Ballroom. Y es que cuando algo suena en el local y un cliente te lo advierte, comprobarlo es indispensable. “Estaba actuando un show de burlesque y un cliente, de esos que vienen siempre, me dice Gastón, Gastón está sonando una alarma. Yo escucho como un sonido y me pregunto, ¿esto qué será? En cuanto me pude librar un poco me dí una vuelta por toda la escuela, el local, los baños y no escuchaba nada. De repente cuando llego a la sala principal escucho algo a lo bajo. No entiendo que pasa. Me doy otra vuelta más y nada. El chico me vuelve a decir que lo oye y muy fuerte en el baño. Voy rápidamente y nada de nada. Viene y me dice que lo escucha hasta en el de mujeres. A esto que le digo, ¡pibe eres tú! ¡Era la alarma de su teléfono!”.
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