UN SUEÑO COMPARTIDO CON LA FAMILIA

Rafael Gutiérrez es socio del Blackbird Rock Bar junto a su hermano y su padre y ha sido profesor de primaria, músico y hasta mecánico en el aeropuerto

La experiencia es un grado y algunos seres humanos son capaces de desarrollarla en diferentes campos que no tienen porqué estar relacionados. Rafel Guitiérrez siempre ha estado vinculado con la música pero su vida laboral no ha sido pareja hasta que se hizo con el Blackbird Rock Bar. Una aventura en la que se embarcaron su hermano, delineante antes de ser emprendedor, y su padre que siempre está apoyando los sueños de sus vástagos.

 

Siempre hemos estado vinculados con la música, con bandas y seguimos tocando por nuestra cuenta. Hemos llegado a tener grandes grupos. Con todo eso estaba el sueño de montar una sala de música en directo”.

 

Su camino laboral no iba muy encaminado por esa vía. “Yo estudié Magisterio. Era profesor de educación primaria, luego fui administrativo y hasta mecánico en el aeropuerto. Mi vida ha sido como tocar todos los palos que podía tocar”.

Rafael toca la guitarra y compone de vez en cuando para satisfacer sus necesidades vitales. Tocaba en un tributo con el que se llevó una buena historia que contar a los colegas. “Teníamos un tributo a Joaquín Sabina y pusimos su cara en un cartel para anunciar nuestro bolo en un local. En esto un señor lo ve y pasa corriendo. Solo decía que quería una entrada y que pagaba lo que hiciera falta. Nosotros no sabíamos qué hacer, si venderle una por un pastón o decirle la verdad. El hombre estaba tan emocionado de ver a Sabina en una sala pequeña… Al final le confesamos que éramos un tributo y no la banda de Sabina. El señor a cambio nos dijo que hubiera pagado más de 50€ sin pensarlo”.

 

Probando y sacando partido de la diversidad laboral llega el punto en el que hay que decidirse. “Un día cuando ya teníamos mi hermano 44 y yo 40 pues dijimos, oye si montamos un bar tiene que ser ahora. No me veo montándolo con 50 y sirviendo copas a todos estos, je,je”.

Cuando la idea coje piñon fijo no hay quien la pare. “Empezamos a buscar y dio la casualidad que estaba el Populart en traspaso. No lo pensamos mucho y nos lanzamos. No nos arrepentimos porque es uno de los pocos sitios que es un bar con música en directo Ese encanto que no tienen muchos sitios es lo que a la gente le gusta. Tomar una cerveza pero con música en directo acompañando”.

Un sueño que al principio creó vértigo. “Para nosotros fue complicado el cambio del Populart al Blackbird. Empezamos con un poco de miedo porque era una sala mítica y cambiarle el nombre empezar de cero y no hacer lo que hacía la otra sala que era jazz… Fue duro porque hacer que una sala se conozca es complicado pero en tres años lo levantamos”.

Con la pandemia la cosa se paró pero la actividad afortunadamente ha vuelto al Blackbird Rock Bar. “Ha venido todo esto de la pandemia y se fue todo al garete pero por lo menos aguantamos y estamos ahí”.

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