La llamada de la música es una sensación que empapa cuerpo y espíritu. Embriaga un continuo trasiego de vivencias, experiencias y profesiones que hacen del camino un eterno Edén.
Desde hace más de 11 años Rubén Rodríguez ha sentido el impulso de participar en esta gran escena musical que hay en Madrid. Empezó en su propio barrio de Hortaleza en el Quinto Pino Rock Bar. “¡Le hicimos un escenario con palés! Nos las arreglamos de tal manera que empezamos a meter conciertos. Como era una zona muerta la gente iba tocara quien tocara. Metimos rock, canción de autor, grupos punkies, de todo. Ahí fue donde me empecé a meter en el mundillo”.
No contento con hacer de arquitecto improvisado y programador de éxito se embarcó en su propio local. “Dog & Roll era una sala chiquitita que estaba en la calle Palafox, muy cerca de Clamores. Yo era cliente de la mítica sala y Germán, que en paz descanse, me ayudó muchísimo. Se portaron siempre muy bien conmigo. Llegaba incluso a mandar a gente a mi garito. Allí monté otro escenario y empecé a hacer conciertos sin micro. Creo que fui uno de los primeros en meter conciertos a pelo. Pasaron gente muy gorda de la canción de autor como Rozalén, Luis Ramiro, Marwan…un montón de artistas talentosos y algunos que dieron su salto a lo más alto de la escena musical. Aprendí muchísimo de cómo gestionar todo”.
Años después, 2015, tuvo que abandonar su amado reducto porque tiene otra vida. “Cerré el bar por trabajo. Soy informático en el aeropuerto”. Pero esa espinita le pinchaba. “En 2017 montamos el Dog & Roll Club tres socios en la avenida de Brasil. Al cabo de unos meses abandonamos el proyecto aunque funcionaba muy bien”. Además la nueva vida que venía en camino le impulsó a tomarse el compromiso musical a otro nivel.
“Empecé a ayudar a mi socia, Alba Castrillo, en las producciones de Jazzville. Luego estuvimos programando en Hangar 48, el la Cocina Rock Bar y ahora estamos aquí en Elefante Blanco”.
Esta nueva etapa en la sala Elefante Blanco le mantiene con las pilas cargadas. “La sala empezó de cero prácticamente porque hacía cosas muy puntuales. Mi función ha sido ponerla en la escena siempre con Alba Castrillo mamo a mano. Meterla en La Noche en Vivo como hice con Hangar 48 por ejemplo. Hacerle las redes sociales, conseguir la mejora del sonido para meter a gente cada vez más potente. La verdad es que estamos contando los conciertos por llenos pese a esta situación de pandemia”.
Rubén se siente como pez en el agua en este mundo. “Yo con la gente del mundo musical no he tenido nunca ningún problema. Es más, tengo una banda. Soy el vocalista y compositor de El Perro del Bar. Tenemos un disco sacado que se llama ´Malahora´. Nos hemos movido bastante por el circuito de Madrid”.
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