Bailar de lejos no es bailar, pero el swing vencerá

Un año sin bailar igual, pero siempre con la misma pasión

Por David Gallardo

Ya lo dice la canción: "Bailar de lejos no es bailar". Que no se refiere al swing en particular, es verdad. Pero en estos tiempos pandémicos en los que nos hemos tenido que acostumbrar a vernos sin tocarnos, bailar de lejos ha sido la única forma posible de bailar. Inesperada e individualmente. Por pura supervivencia.

"Me consta que mucha gente baila en casa", apunta a La Noche en Vivo Alba Mengual, responsable del Big Mama Ballroom, que el 1 de mayo tiene (de 11 a 14 horas) el taller de baile 'Aprende Swing' como parte del International Jazz Day Madrid 2021. Porque de la misma manera que las salas de conciertos poco a poco vuelven a abrir, las escuelas también retoman su actividad tras meses de dificultades.

"Nosotros y todas las academias de swing de Madrid estuvimos dando clases online desde marzo a junio incluidos", rememora Mengual, como si de un mal sueño medio irreal se tratara, para luego apostillar: "La gente quería volver a la modalidad presencial, pero casi todos aguantaron esos meses en casa siguiendo nuestras clases".

Asegura Mengual que ella no ha pasado pasa ni un día sin bailar por ser su modo de ser y de expresarse. Y acentúa el tono serio al echar la vista atrás: "Sin bailar en pareja estuvimos cuatro meses. Cada profe en su casa, dando como podíamos las clases online e intentarnos sentirnos a través de la pantalla. Los que somos profesionales, a partir de julio seguimos entrenando cada uno con su pareja y como podíamos".

Soluciones desesperadas para tiempos desesperados. Porque cualquiera que se haya acercado, aunque sea tangencialmente por mera curiosidad a la cultura del swing, sabe que la pista de baile se agita gracias a la interacción de los bailarines. "Echamos mucho de menos el baile social, compartir con más gente y comunicarnos sin palabras con ellos", resume Mengual.
 
"Entre nuestros antiguos alumnos, hay de todo -prosigue-. Algunos han vuelto y muchos de ellos nos comentan que las clases les han salvado porque han sido y están siendo un apoyo anímico muy importante. No te puedes imaginar la cantidad de gente que nos da las gracias. Y el agradecimiento es mutuo. Nos llena saber que lo que hacemos aporta y trae felicidad".

No duda Mengual, llegados a este punto, al calificar al baile como una "terapia con efectos directos en la salud emocional". "Bailar tiene beneficios para nuestro cuerpo, por supuesto. Bailar tiene un efecto global en nuestra salud y bienestar. Hoy más que nunca, mente sana en cuerpo sano, sabiendo que la división es ilusoria", reflexiona.

BAILAR SEGURO

Siendo el baile una necesidad de por sí beneficiosa para todos nosotros, es cuestión de buscar la manera de poder seguir haciéndolo una vez agotada la modalidad online. Así, las clases presenciales han vuelto a todas las escuelas, sin cambio de pareja (algo también muy habitual en el frenesí del swing) y con mucha más oferta de clases de baile individual.

¿Se puede entonces bailar seguro? "Nosotros creemos que sí. Por supuesto que hay que entender los contextos y todo el mundo tiene que medir sus riesgos. Pero se puede ir a clase de una forma segura, con sistemas de ventilación preparados, un protocolo covid, mascarillas, sin cambiar de pareja y teniendo grupos burbuja para socializar y practicar", enumera Mengual.

Para esta vuelta progresiva a la normalidad, la asociación de swing de Madrid, Mad 4 Swing, ha puesto en marcha una campaña divulgativa de baile como actividad "saludable y segura" en tiempos de coronavirus. Para dar a conocer sus acciones y medidas y para mostrar a los profanos una tribu bailona que no "pierde el optimismo ni la alegría propios de esta actividad, que bailan 3.000 personas en toda la Comunidad de Madrid", según Mengual.

Durante los últimos meses quizás se haya bailado algo menos, pero la pasión se ha mantenido intacta en todos esos aficionados, que se han centrado en la música o en leer y aprender sobre la cultura que rodea a todo esto. Y detalla Mengual: "Centrarse en otros aspectos y quedar, sin sudor, pero con la misma pasión. Pero solo los más apasionados han podido hacer la transición. Otros muchos lo han dejado en stand by hasta que vuelva la normalidad".

Lo que está claro es que el simulacro del fin del mundo nos pilló bailando. No digamos por encima de nuestras posibilidades, eso nunca, pero desde luego bailando mucho. Y después de tantos meses de cerrojazo en las escuelas, ahora la consigna es que lo que tenga que venir "nos pille aprendiendo y disfrutando". Porque sea de la manera que sea, inventada o por inventar, solo cabe un lema para recuperar el presente: ¡Danzad, danzad, malditos!

 

 

 

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