LA MIRADA DE ESCRITORA

Sara Ibarzo es encargada en la sala Vesta, juega al fútbol, ha realizado cortos, toca la guitarra y es escritora

Una mirada provoca más de mil palabras. Con esa visión del que observa escribiendo los versos de su vida, Sara Ibarzo va formando palabras de cada sentimiento y vivencia que le sucede. Tiene un libro editado, Bendita Locura la Mía. “Es de amor, desamor, reflexiones, abarca varios sentimientos que yo tenía en ese momento en la cabeza sobre una persona muy especial e importante para mi”.  Ya está preparando el segundo libro que se llamará: “Lo Que Tantas Veces Te Dije”. “Espero poder sacarlo para después del verano ya que quiero invertir mucho más tiempo en este y mimarlo un poquito más.”

 

Sus pinitos en el cine los ha llevado a cabo realizando tres cortos. “El primero que hice junto con mi hermana,  tiene como tema principal la violencia de género que se llama “394 Días”. Nos lo seleccionaron en varios certámenes a nivel nacional. El segundo se llama “No todas Las Rosas Son Rojas” y está basado en una historia real bastante importante para mi. Y luego está el tercero, lo grabé en casa, en plena cuarentena, dura un minuto y el tema principal es el amor en tiempos de cuarentena. Gustó muchísimo, la verdad, además de que era un proyecto con Atresmedia y grupo Planeta”.

 

El deporte es una parte de su existencia. Una afición que no ha abandonado pese a residir dos años en Barcelona y que adquirió desde su infancia en Zaragoza. “Llevo toda mi vida jugando al fútbol, desde los 7 u 8 años”.

 

Sara tiene pasión por la música. Una afición más  que ha llevado guardada, como su vocación de escritora, hasta hace no mucho. Empezó a tocar la guitarra a los 8 años, misma edad con la que empezó a escribir, pero no ha sido hasta hace poco que se ha animado a subir un tema propio a Spotify como por ejemplo, ¿Qué has hecho conmigo?. “No soy cantante pero tenía ganas de que la gente escuchara, esta vez con la música, más vivencias y sentimientos propios y una vez más, los hicieran suyos”.

 

Toda esta vorágine artística la enriquece, la nutre, la alimenta observando mientras recibe, acomoda o prepara las bebidas del público que acude a  la sala Vesta. “Asegurar sobre todo, que la gente esté bien y disfrute del evento o fiesta a pesar de las medidas establecidas”.

 

Su llegada a Vesta estaba cantada ya que era parte del equipo del Fulanita de Tal. “Yo entre a trabajar al Fulanita de Regueros. En principio entré para hacer una sustitución y de ahí hasta hoy, en Sala Vesta/FULANITA VIP CLUB, casi dos años y medio en esta familia y cada día más orgullosa de estar en ella”.

 

 

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