Cuando te crías entre una amplia discoteca y haces uso de ella para imaginarte de pequeña ser una rock star ya sabes cual es tu salida. Clara Collantes no lo intuía, lo hacía. “Escuchaba la radio y los discos que había en casa, desde Simon & Garfunkel a Paco Ibáñez, pasando por algo de música clásica, ópera, jazz, Lole y Manuel o Lou Reed. Durante horas hacía que tocaba la guitarra con una raqueta de tenis”.
Desde ahí ya tenía en la cabeza montar una banda. “Mis primeros recuerdos vinculados a la música son con mi amigo Eduardo. Con ocho años los dos queríamos formar un grupo y ser como los Beatles y los Beach Boys”.
La gran afición de Clara no podía pasar desapercibida. “Mis padres decidieron encaminar un poco mis pasos y me compraron una guitarra. Desde entonces mi vida ha girado en torno a la música”.
“He estudiado guitarra, armonía, composición, etc, en la Escuela Municipal de Música de Alcorcón y en el Taller de Músicos de Madrid, entre otras escuelas. También con profesores como Chema Sáiz, Hebe Onesti o Antonio Toledo, entre otros”. Y eso lo compaginó con la licenciatura en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad Complutense de Madrid.
Una larga formación que además de llevarle de gira por toda España y parte del extranjero como guitarrista profesional le ha conducido desde hace 5 años a la programación de la sala Maravillas. “Creo que el hecho de ser música me ha ayudado en mi labor como programadora, al darme una perspectiva más amplia del proceso que hace posible la realización de un concierto. Y también el hecho de que me gusta ir a conciertos, no solo tocar sino ver tocar a otros. Hasta el año pasado, era una habitual de muchas de las salas de Madrid, no solo de Maravillas”.
Los tiempos que corren, además de aumentar su interés por la música para cine y medios audiovisuales, Clara los ha afrontado con reflexión: “Necesitamos más que nunca crear modelos de gestión viables y una estructura que haga posible la música en directo de manera profesional. Hace falta una visión global más allá del corto plazo. Otro obstáculo es que los distintos agentes implicados no trabajamos juntos y con objetivos comunes: salas, promotores, músicos, técnicos, etc. Pero cuando la preocupación más inmediata pasa por la propia supervivencia, es muy difícil plantearse cualquier otra cosa”.
“Como cantaban las Vainica, “mal se presenta el panorama”. Pero, ahora y siempre, “déjame vivir con alegría”.