LA RUTA DE… NOA LUR

Bogui Jazz, es un clásico. Un templo del jazz en el corazón de Madrid
Que el Bogui es un clásico, un Templo del jazz que reina sin ambages en la calle Barquillo es cosa sabida. Sus rincones alojan el eco del mejor swing y la nómina de músicos que ha pasado por allí es impresionante. De todos ellos la vocalista bilbaína Noa Lur es de las que puede considerar a Bogui jazz como su segunda casa: “El año pasado actúe allí diez u once veces.” Un gran local, sin duda, para una gran artista.

Noa rememora su idilio con Bogui: “Llevo dos años yendo a tocar allí. La verdad es que comencé poco a poco. La primera vez que vine, a Dick –dueño del local- le gustó mucho y repetí. Viendo que se llenaba la sala, me fue dando más conciertos.” Y hasta ahora. Para Noa, lo que distingue a Bogui es que “principalmente tiene una programación de jazz de primera línea, en la que no solo figuran artistas conocidos o de larga trayectoria – Jorge Pardo o Pedro Iturralde-, sino que también apuesta por proyectos jóvenes y vanguardistas, de tal modo que es la sala que mejor refleja la situación actual del jazz en este país.”

Pero Bogui no es solo para tocar ella. A Noa también le encanta acudir como público: “Trato de ir a echar un vistazo a los conciertos de otros. Uno de los últimos a los que he asistido fue el del saxofonista Antonio Lizana, que hace una fusión muy especial de jazz y flamenco y además canta. Algo muy particular. Tanto me gustó que le he llamado para grabar en mi disco.” Este nuevo disco lo está grabando Noa cuando se escriben estas líneas y se presentará el 15 de marzo en el Teatro Nuevo Apolo, con el apoyo también de Bogui Jazz.”

Los días de concierto de Noa en Bogui comienzan con la consabida prueba de sonido. Noa resalta que “probamos sonido con Edu y Deme, los técnicos que mejor funcionan en el panorama musical español, ya esta´n constantemente de gira con muchos otros artistas. Sin embargo, tienen esa debilidad con el Bogui.

Es un superprivilegio para los que vamos a tocar allí el trabajar con ese pedazo de técnicos. Es maravilloso porque te permiten pensar solo en la música. Llegas y cantas. No tienes que pensar en micros, monitores, etc…” Después de la prueba el consabido “picoteo rápido para los músicos. Yo, como soy cantante, no suelo comer antes de la actuación, así que me voy al camerino y me voy maquillando y entrando en situación.” Después a tocar y a triunfar. Acto seguido, un postconcierto muy especial: “Es un momento de gran energía en el que la gente siempre acerca a felicitarte o a comprar el disco y pedirte que se lo firmes; o vienen a contarte cosas: como han vivido la actuación o que te vieron otro día y han repetido o que se compraron tu disco y les gustaste.” Además siempre está Dick por allí: “Nos tomamos una copita y nos cuenta como ha ido el concierto, como lo ha visto; o hablamos de la vida, que no todo va a ser hablar de música.” Noa aprecia que “Dick es un agitador y siempre está intentando liarte para hacer cosas. Recuerdo que una vez se le ocurrió ponerme a cantar con una Big Band e hicimos unos cuantos conciertos. Ese momento con Dick es también muy creativo, porque es cuando se le ocurren cosas.”

Noa confiesa que “siempre he tenido en mente abrir un local, un club de jazz, y, siempre que lo pienso, tengo al Bogui como referencia. Lo más importante que tiene es que la gente que lo lleva lo hace con mucho cariño y mucho respeto a la profesión del músico.” De entre todas las noches vividas allí, Noa recuerda especialmente “la del homenaje al fallecido Cifu. Dick organizó jam session un par de noches para demostrar el cariño que se le tenía y se le tiene a Cifu. Nos llamo y fue muy bonito, porque vino mucha gente y, especialmente, muchos músicos. Fueron cuatro horas en las que no paro´ de subirse gente al escenario. Sin pausa alguna. Como un concierto de cuatro horas.”

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